Decálogo

Decalogo ideado por Andrés Jaque para el proyecto Freshlatino2.

I. ACONTECIMIENTOS

La arquitectura no son los edificios, sino las situaciones y los acontecimientos que ocurren en ellos. Se puede hacer arquitectura con muros y con vidrios, pero también con manteles, tomates y sangría. Explorar la manera en que la arquitectura puede construir en el tiempo y no solo en el espacio es una de las preocupaciones que afronta una parte importante de las prácticas actuales. Nuestro día a día se construye del mismo modo en el que diferentes objetos (como nuestros cuerpos, las sillas o el periódico, por ejemplo) llegan a ponerse en juego como aliados en la activación de una misma realidad. Es en este grado cero de las relaciones en el que son posibles las más radicales innovaciones sociales y en el que los ensayos pueden darse con la máxima precaución.

II. ANTROPONOCENTRISMO

Para muchos la naturaleza no debería ser considerada la despensa de la humanidad. Tampoco sería exacto ver los recursos materiales, los patrimonios artísticos, tecnológicos e históricos como propiedades disponibles. La creación de marcos regulatorios en los que sea posible la simetría entre seres vivos, patrimonios materiales e inmateriales, y medio físico atraviesa todos los estamentos de nuestra cultura, y también la arquitectura. Entender que cualquier individuo de un ecosistema depende de todo un contexto de presencias diversas, ha llevado a pedir una carta de ciudadanía y pactos sociales que reconozcan y otorguen derechos a los «no-humanos».

III. DESCAJANEGRIZAR

Consumimos procesos que no entendemos. ¿Cuál es el coste medioambiental de la energía que consumimos? ¿Cómo viven las comunidades que cultivan lo que comemos? Procesos cotidianos que funcionan como cajas cerradas, de las que vemos lo que entra y lo que sale, pero no lo que pasa entre medias. Abrir las cajas negras con arquitecturas que permiten acceder a la lectura, a la evaluación y a la toma de decisiones se ha convertido en uno de los objetivos de la arquitectura contemporánea. Una arquitectura que promueve el paso de una ciudadanía basada en el consumo a una basada en la participación y en la toma de conciencia.

IV. DISPUTA

Los renders arquitectónicos suelen representar escenas de mañanas primaverales y soleadas, habitadas por gentes diversas que sonríen y viven en un apacible consenso. Pero la eliminación de la disputa solo puede darse en sociedades sometidas. Habilitar espacios para que la discusión y la confrontación de intereses y sensibilidades puedan darse en entornos confortables, dotados de garantías políticas, se ha convertido en una de las más importantes tendencias desde las que el diseño arquitectónico repiensa el espacio público. La informalidad aparente de movimientos sociales, como la primavera árabe, el 15M o el movimiento «Occupy Wall St.», no hace más que evidenciar el resultado de años de innovaciones en el diseño y la protocolarización de prácticas para la habilitación y gestión de asambleas, para la mediación, para la ocupación y para la visibilidad. Arquitecturas colaborativas, en la mayoría de los casos, que innovan no solo en los dispositivos, sino principalmente en los procesos de producción. En las fórmulas para la toma colectiva de decisiones, en las cadenas de colaboración, en las líneas redundantes de innovación y en la administración de la propiedad intelectual.

V. EMPODERAMIENTO

Estrategias arquitectónicas para fortalecer lo frágil con acciones o construcciones que protegen lo que por sí mismo no podría competir. Edificaciones que, en lugar de ponerse al servicio de los poderes dominantes, los desafían. Reforzando por ejemplo las economías locales, para evitar que desaparezcan ante la invasión del comercio corporativo, o evitando, por ejemplo, que los procesos de gentrificación desplacen a la población con menor capacidad adquisitiva de los lugares en los que han vivido.

VI. LABORATORIZAR

Durante mucho tiempo el éxito de un proceso de diseño se ilustraba mostrando cómo un garabato inicial en la servilleta de un bar se había convertido, tal cual, en un edificio. Así se han transformado ciudades para recibir olimpiadas o se han modificado entornos históricos. Dentro de esta lógica, el proceso es correcto si, en el tiempo de desarrollo y construcción, nada se añade ni se modificaba de lo que el arquitecto creó en la barra de un bar o en el interior de su oficina. Vivir en la arquitectura consiste entonces en habitar el espacio de los hechos consumados.

Pero la arquitectura puede ser también un proceso de tanteos sucesivos. Un experimento colectivo, en el que cada momento sea una probeta en la que se ensaya lo que vendrá después. Y cada fragmento contiene la historia de lo que anteriormente se experimentó. Esto es lo que caracteriza a una parte importante de la arquitectura que en estos momentos se produce. Una arquitectura que no surge de acciones unitarias, grandes y rápidas, sino por cadenas de pequeñas acciones. Acciones más pequeñas, pero más pensadas, y pensadas por más gente. Es una estrategia para reducir el riesgo y operar con precaución, que convierte cada objeto arquitectónico en un archivo de lo que ya se ha hecho y en una probeta de lo que se hará.

VII. REAPROPIACIONES

Construir ya no es lo mismo que edificar. Más importante que levantar nuevos edificios es reapropiarse de los que ya existen. La arquitectura actual ha aprendido de la ocupación. Acampa en lo que está disponible, casi sin transformarlo, simplemente lo pone en uso de otra manera. Esta arquitectura se hace incluso con tecnologías de papelería: cinta adhesiva, pintura o carteles. Ha creado una estética propia: la de la mezcla de lo encontrado y la acumulación como política. Pero es sobre todo una forma de desobediencia cotidiana a los discursos que los edificios contienen. No es la sustitución de lo que no nos gusta por lo que queremos, sino simplemente su desatención como estrategia arquitectónica. Podemos hacer teatro en la antigua cárcel, podemos jugar en la fábrica.

VIII. REDISTRIBUCIONES

El urbanismo nació en el deseo de distribuir de manera equitativa los beneficios que la ciudad produce. Este primer impulso sigue siendo el motor de muchas de las más interesantes experiencias que se dan en estos momentos. Explicitar que las transformaciones del medio generan beneficios y servidumbres, y que la manera en que se distribuyen socialmente estos beneficios y estas servidumbres puede elevar el grado de confort y seguridad, bien de un grupo minoritario, bien de toda una comunidad, es la coyuntura en la que operan muchas de las arquitecturas contemporáneas. Encontrar figuras de diseño que superen las carencias del urbanismo, sin liberar la acción sobre lo colectivo, reconocer el orden que contiene la informalidad o desarrollar procedimientos y dispositivos arquitectónicos que repartan equitativamente los recursos disponibles, son los objetivos de estas arquitecturas.

IX. RESILIENCIA

Los ecosistemas humanos se dividen entre aquellos optimizados para una única realidad (como una cadena de montaje o el peaje de una autopista) y aquellos en los que conviven y se superponen actividades, generaciones, procesos, situaciones y sensibilidades diferentes. Los segundos son entornos preparados para el cambio y para articular la diferencia. Son enclaves resilientes, que se construyen con el encuentro de realidades diferentes que conviven en un mismo espacio. Si la metáfora de la arquitectura moderna europea fue la máquina, la imagen de la actual es la selva.

X. SOLIDARIDAD

No es ya con los nuevos materiales sino con el capital social con lo que se está construyendo la arquitectura que reúne esta plataforma. Son arquitecturas de las afecciones mutuas. Construidas no con ladrillos, sino con relaciones de reciprocidad, dependencia, afecto, pasión y agonismo. Es de esta coexistencia solidaria de la que depende que muchas de estas arquitecturas puedan ganar durabilidad. Construir en ellas es construir relaciones cotidianas, como las de los abuelos que cuidan a sus nietos por las mañanas o las de las madres que se turnan para cuidar a sus hijos para poder trabajar.

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